Los niños en Cuba: Estudiar para romper barreras
Jesús Alberto Zayas es un niño de la provincia cubana de Holguín. Tiene 15 años y ya es orgullo de su provincia y de Báguano –su pueblo.
Apenas se sostiene en pie y casi no puede caminar. Toma esteroides desde los dos años edad para poder soportar los dolores que le provoca la artritis reumatoidea de tipo poliarticular que padece. El tiempo de padecimiento y la medicamentación le han provocado otras enfermedades, cuya más dura consecuencia es la rigidez articular en piernas, cuello y la deformación de sus tobillos. Su tasa de crecimiento es muy baja, por lo que mide solamente 1.23 metros y pesa 43 kg.
Padece crisis muy fuertes, pero cuando está más adolorido saca fuerzas y se dedica a su pasión: escribir poemas o ensayos. Estudia, escribe, investiga…
Jesusito –como le dicen sus allegados– es un excelente estudiante y su único sueño es llegar a la universidad. Fue el alumno más integral de su escuela secundaria básica y aspiraba a continuar estudios en el instituto preuniversitario, pero sus condiciones físicas se lo impidieron, por lo que hoy estudia como caso excepcional en una institución alternativa, donde asiste una vez por semana, y alcanzará, apoyado por su voluntad, el 12º grado, que le permitirá acceder a la universidad.
Pero, por duro que parezca, su historia no es una tragedia. Por el contrario. Cuando se habla con Jesusito, da la impresión de que es tremendamente feliz. Su conversación es diáfana y cristalina; atrapa por la seguridad, la energía positiva y el optimismo que trasmite para seguir adelante, sin quejarse, con lo que nos da una lección muy importante.
Tiene más de 50 poemas escritos y con uno de ellos, Reconstruyendo la Historia, obtuvo el premio de Literatura en la categoría de niños y adolescentes del concurso Presencia de los Culturas Aborígenes en Cuba, cerrado el pasado mes de febrero por el Grupo Ecologista Cubanos en la Red y la Embajada del hermano pueblo de Guatemala, en el que tuvieron la oportunidad de participar 121 niños y niñas en esta manifestación y en artes plásticas, literatura científica, danza, teatro y audiovisuales.
Al otorgarle el premio, el jurado resaltó el adecuado ajuste del poema de Jesusito al tema del concurso, su conocimiento sobre la cultura aborigen y el orgullo que trasciende de un acercamiento vivencial a la historia de la localidad con lo que resalta el valor de lo comunitario en el proceso histórico de formación de la identidad y patriotismo cubanos.
Vive en una zona humilde de Cuba y se siente muy satisfecho, no solo por el premio, sino por la honra de haberse sentido escuchado, lo que representa –según confiesa– la razón de su vida y la oportunidad de cumplir el sueño de José Martí de que los niños sean felices, la oportunidad de crear con la motivación de que muchos lo podrían escuchar y de que su mensaje abriría sus alas hacia ese mundo mejor que hoy es posible.
Jesusito ha ganado más de 30 reconocimientos, premios municipales, provinciales y nacionales en concursos y eventos de todo tipo, relacionados en especial con la vida y obra de José Martí. No se detiene. No compite para ganar, sino para estudiar, aprender, aportar y encontrar un motivo más para vivir en medio de su adversidad y enseñarnos cada día el valor de vivir.
El poema de Jesusito, ganador del premio de literatura en el concurso Presencia de las culturas indígenas en Cuba
RECONSTRUYENDO LA HISTORIA
Existen asentamientos,
En nuestra comunidad,
Que aún en la actualidad,
Los seguimos descubriendo,
Del suelo están emergiendo,
Restos de aquella cultura,
Que es la misma imagen pura,
Del sitio donde habitó,
Ese aborigen que dio,
A su pueblo una escultura.
En Bánes se han destacado,
Innumerables eventos,
Y grandes descubrimientos,
Que hoy están desentrañados,
Con tanto esfuerzo ha logrado,
Convertirse en inmortal,
Y ha llegado a conservar,
La historia de esta nación,
Preservando el eslabón,
Del origen nacional.
Surgió el Chorro de Maíta,
La muestra viva allí está,
Y en las lomas de Alcalá,
Nuestro credo resucita,
Vasijas, roca y zeolita,
Y hachas de piedra que un día,
Vieron la estirpe bravía,
De aquella aldea que no calla,
Pues nos mostró sus batallas,
En cada pictografía.
Fue el indio lanza en el viento,
Fue flecha en monte sombrío,
O fue el jamo sobre el río,
En busca de su sustento,
Cazó, también monte adentro,
Trepó al umbral de la sierra,
Y libró su propia guerra,
Con el vil conquistador,
Por tal de que ni una flor,
Se arrancara de su tierra.
Holguín terruño divino,
De la historia una tribuna,
Considerada, la cuna,
Del arte precolombino,
Le brindó abrigo al taino,
En sus parajes más puros,
Y aun hoy, tras de cada muro,
Si miramos con cuidado,
Veríamos un indio a un lado,
Y al otro lado; el futuro.