Espacios que honran la infancia

Texto do LatinLab, por Cielo Salviolo 

La provincia de Santa Fe, región Centro de la Argentina, tiene el lujo de tener a la queridísima Chiqui González, una creadora incansable de espacios y propuestas culturales para las infancias argentinas que enriquecen las experiencias, las historias y los repertorios de chicos y chicas de todo el país.

Algunos de los conceptos sobre los que se diseñaron las propuestas culturales y recreativas que ella junto a su equipo puso a disposición de chicos y chicas de todo el país nos atraviesan a todos los que trabajamos la relación entre infancias y cultura desde una perspectiva que reconoce a todos los chicos y chicas como productores culturales.

El Tríptico de la Imaginación (El Molino, La Redonda y La Esquina Encendida) en la ciudad de Santa Fe y El Tríptico de la Infancia (La Isla, El Jardín y La Granja) en Rosario, son lugares con una poética particular, donde los paseos, los juegos, la disposición de los elementos, nos recuerdan lo humano que somos, nos remiten a estadios de felicidad, de placer, de juego, de libertad, de imaginación y de creación con otros.

La infancia, dice Chiqui, es “transmisión” y “creación” de cultura a la vez. Por ello, de lo que se trata cuando pensamos y diseñamos propuestas culturales es de honrar, de facilitar, de apoyar, lo que es propio de la niñez: el juego, la imaginación, la apropiación por las nuevas generaciones de lo mejor que ofrece el acervo cultural legado por las generaciones anteriores.

No se trata de imponer los valores que los niños tienen que internalizar para crear una mejor la sociedad en el futuro, se trata de respetar los procesos mediante los cuales construimos cultura entre todos, y sobre todo aquellos procesos de renovación de la cultura propios de la infancia.

Diseñar propuestas culturales innovadoras para la infancia implica incluir en esas propuestas los modo de ser y de estar en el mundo que tiene la infancia: el juego, la imaginación, las preguntas, la investigación y exploración de lo real. Pero demanda también preguntarse qué aporte quiero hacer, para qué quiero hacerlo y cómo aquello que hago para y con los chicos y chicas enriquece sus repertorios culturales, crea afecto, despliega la libertad e invita a jugar.

La cultura necesita de la proximidad de lo cotidiano, del vínculo porque sin lo cotidiano no hay afecto, y necesita también de la distancia de la imaginación poética porque sin la imaginación poética no hay cambio, no hay transformación. Esta es la idea que subyace a los maravillosos espacios que Chiqui González y su equipo han creado.

Vale la pena conocerlos, reconocerlos y dejarse inspirar por ellos.

Links relacionados:

Congreso de la felicidad

Chiqui González en TED: “Ser un salto”

Rosario, ciudad de los niños

La Redonda

El Molino

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